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Friday, November 17, 2017

Cataluña ¿Independencia y futuro?


El gobierno catalán ha vuelto a la carga por la independencia. Independentismo sostenido en pactos parlamentarios, pero sin una masa social abrumadora. Si bien el gobierno catalán ha estado liderado por el partido independentista Convergencia y Unión –con la excepción de un hiato socialista entre 2003 y 2010– desde la transición democrática en España, éste no ha contado con mayoría absoluta desde 1992, antepenúltima legislatura, del ahora investigado por corrupción, Jordi Pujol.

Desde entonces ha necesitado de pactos parlamentarios con diversos partidos políticos para formar gobierno. Pactos que han incluido partidos no independentistas, como el Partido Popular (PP), o partidos de izquierda, como Izquierda Republicana (ERC). Precisamente, la necesidad de pactos para establecer un movimiento independentista robusto ha desembocado en la creación de la plataforma de Junts pel SÍ (Juntos por el SÍ). Sin embargo, y a pesar de la unión de los grupos políticos independentistas, les fue imposible formar un gobierno parlamentario sin la ayuda de la CUP (Candidatura de Unidad Popular), partido de izquierda radical anti europeísta y anti capitalista.

Tras dos primeras “consultas” en 2009 y 2014, la última denominada como tal ante la negativa del Tribunal Constitucional de admitirla, se presentó esta nueva iniciativa, a priori más agresiva y determinada que las anteriores. El nuevo desafío independentista se desarrolla en medio de un mar de dudas, y de tecnicismos legales, que parten desde el propio reconocimiento internacional de un estado catalán hasta la inclusión de este en la unión monetaria europea. Aspectos como el reconocimiento de la deuda con España, la situación de los habitantes no catalanes o no independentistas en Cataluña, la estabilidad de un gobierno de transición o la probable necesidad de una nueva moneda no hacen sino generar más dudas que certezas sobre el proceso independentista y su legitimidad.  

El escenario económico pese a indicar síntomas de recuperación, muestra ciertas señales de fragilidad que podrían afectar tanto a España como a Cataluña  de cara a los sucesos futuros. Tanto la región como la nación han mostrado un incremento notable en la razón deuda PIB desde el estallido de la crisis económica de 2008, de hecho se ha triplicado en el caso catalán y duplicado en el caso español, reduciéndose en ambos casos ligeramente en 2016 (Ver gráfica 3). En cuanto al PIB, la recuperación tomó lugar luego del 2013, la tasa de crecimiento anual del PIB (ver gráfica 2) muestra que los síntomas de mejora han sido más notables en la región catalana por sobre el agregado español. El desempleo, por su parte mostró un pico importante en 2014, en los últimos años se ha reducido ligeramente. Aun cuando en Cataluña la situación parece que ha tenido una evolución un poco más favorable en ambos casos se encuentran lejos de los niveles pre crisis (Ver gráfica 4).



Independencia unilateral:


Una de las alternativas más probables en este escenario es la llamada “declaración unilateral de independencia” (DUI). Declaración realizada y suspendida, de forma inmediata, el pasado 10 de octubre por el presidente de la presidente de la Generalitat Carles Puigdemont, a pesar del disgusto de la CUP. Hechos posteriores a la celebración del referéndum ilegal del 1 de octubre, mostrando un 90% de los votos a favor de la independencia. Sin embargo, la baja participación (43%), la falta de reconocimiento internacional y la ausencia de supervisión arbitraria sobre el proceso han provocado interrogantes sobre la validez del mismo.

A partir de la “declaración” alrededor de 900 empresas han salido de Catalunya, se ha acrecentado la división dentro de la población y se ha realizado un ultimátum por parte del gobierno español hacia el Govern, ultimátum exigiendo una aclaratoria sobre los hechos del 10 de octubre. El 21 de octubre, tras una respuesta ambigua por parte de Puigdemont al ultimátum, el gobierno español decidió aplicar el artículo 155 de la constitución española –que suspende la autonomía del gobierno catalán– y solicitar al senado la aprobación de la solicitud de destitución del presidente de la Generalitat y sus asesores, además de convocar elecciones autonómicas en un máximo de seis meses.

Ahora bien, tras lo sucedido en las últimas semanas parece más probable una DUI definitiva. En caso de que el estado español no sea capaz de ejercer control institucional sobre Cataluña, se allanaría el camino hacia una independencia de facto en territorio catalán. De las alternativas independentistas, la de una DUI parece la menos prometedora para un futuro estado republicano. Así, el 27 de octubre el parlamento catalán aprobó la DUI y, casi de forma inmediata, el senado español destituyó a las principales autoridades del gobierno catalán y convocó elecciones autonómicas para diciembre.

Suponiendo que el estado español no pueda retomar el control institucional sobre Cataluña, y teniendo en cuenta que la DUI no ha encontrado apoyo en ningún estado europeo, la prosperidad de la república catalana es, al menos, improbable. Se debe tener en cuenta que el principal socio comercial de Cataluña es España –alrededor del 40% de las exportaciones totales catalanas van hacia otras comunidades autónomas– y, a su vez, el 70% de las exportaciones encuentran destino dentro de la UE (ver gráfica 1). Considerando que las exportaciones representan un 30% del PIB catalán, una desconexión con el espacio europeo perjudica de forma determinante el ingreso en la naciente República.

Por otro lado, si bien el PIB catalán representa alrededor del 20% del producto español, la deuda es uno de los mayores obstáculos en el futuro de la República. En la actualidad, la deuda catalana representa un 35% del PIB, sin embargo, el peso de la economía catalana sobre la española le otorgaría una quinta parte de la deuda actual del estado español –de acuerdo a nuestros cálculos, la deuda representaría alrededor del 130% del PIB–. Si bien, existe la posibilidad de negociar con España, un no reconocimiento de la deuda disminuiría el acceso de Cataluña al mercado del crédito internacional.

El difícil acceso a los mercados internacionales se suma a la necesidad de adoptar una moneda distinta al euro, ya que todas las opciones legales, que permitirían a un Estado ajeno a la UE utilizar el euro como moneda oficial, se ven truncadas ante la falta de reconocimiento y la necesidad de contar con la aprobación de España en algunos casos –la adhesión a la UE debe ser por voto unánime de sus miembros–. Casos como el de Andorra o Mónaco se alejan de la experiencia catalana. Así el acceso al espacio Schengen parece el menos improbable, aunque bajo la necesidad del reconocimiento internacional y el factor tiempo incluido en las negociaciones.

En relación a las finanzas públicas, de Cataluña, se destaca el hecho de que –junto a Madrid, la comunidad Valenciana y Baleares– es contribuyente neto en los presupuestos del Estado. Dicho de otra forma, aporta más ingresos que la cantidad de gasto público que recibe –oscilan los 9.000 millones de euros, un 5% del PIB catalán–. Sin embargo, una Cataluña independiente, si bien no aportaría a los presupuestos del estado español, tendría que afrontar el costo del llamado “Estado del Bienestar”, suponiendo que deseen mantener los beneficios sociales presentes en España. Viendo únicamente el sistema de pensiones se refleja que en el pasado año Cataluña tuvo un déficit de 5.000 millones de euros en la seguridad social.

Considerando que, el sistema de pensiones español funciona por medio de contribuciones directas, implicando que el contribuyente actual sostiene a los beneficiarios actuales, el cambio de sede social de las empresas –se estima que alrededor de 1.500 empresas han cambiado su sede social desde el 1 de octubre– no sólo afecta la recaudación de impuestos, sino que a mediano plazo puede resultar perjudicial sobre el nivel de empleo. Esto coloca en una posición incómoda a los beneficiarios de la seguridad social en Cataluña, y al Estado del Bienestar.

Lo descrito, junto a los elementos implícitos en la constitución de un nuevo Estado, colocan esta alternativa sobre cimientos de extrema fragilidad. La vehemencia que expresan los principales representantes del independentismo sobre la permanencia en la UE, con la excepción de la CUP, hacen sospechar del riesgo que enfrenta una Cataluña fuera de la UE, y de España, al menos bajo la forma de una DUI.


Independencia pactada:

Aun cuando sea una probabilidad mínima y quizás absurda dadas las circunstancias, Cataluña podría lograr una independencia pactada con el Estado Español. Partiendo de esto, la Generalitat de Cataluña ha preparado un manual titulado “Las vías de integración de Catalunya en la Unión Europea” en donde señalan los escenarios hipotéticos bajo los cuales se les permitirá seguir perteneciendo a la UE. Haciendo un resumen de los mismos:


Permanencia: Sustentado con el argumento de que Cataluña se trata de territorio que ya formó parte de la UE, población goza ciudadanía europea

Adhesión ad hoc: la UE no acepta la permanencia del nuevo Estado,  pero abre proceso de adhesión para mantener un máximo de relaciones jurídicas, económicas y políticas.

Adhesión ordinaria: UE acepta abrir de manera inmediata proceso de adhesión como tercer estado.

Exclusión como Estado miembro: La UE se niega a dar otorgamiento de candidato.

Cataluña buscaría aferrarse de la  "solución chipriota invertida" bajo la cual por ser un Estado independiente reconocido de un país que pertenece a la Unión Europea, gozarían de los mismos derechos y tendrían la puerta abierta para formar parte de la misma.

Caso de Chipre:
En 2004 se convirtió en miembro de la UE como una isla de facto dividida. La parte turco-chipriota y la parte greco-chipriota no llegaron a un acuerdo por lo que, se decidió que toda la isla sería miembro de la UE, pero que el derecho europeo sólo se aplicaría a la parte greco-chipriota.

Los tratados de la UE sólo aplican a una parte de la isla y los ciudadanos turco-chipriotas deben hacerse de la nacionalidad para poder gozar de los derechos de sus compatriotas.

Las posibilidades de esta opción se esfuman con las declaraciones de la Comisión Europea, el actual Presidente del Consejo Europeo y algún alto funcionario del Parlamento Europeo, han manifestado que los Tratados europeos dejarían automáticamente de aplicarse en el territorio de un nuevo Estado fruto de una separación de un Estado miembro de la Unión y, en consecuencia, que este nuevo Estado, si quisiera integrarse en la UE, debería pedir su adhesión a la Unión.

Bajo este nuevo panorama, Cataluña tendría que solicitar a la UE la adhesión y esta debería aceptarlo, de esta forma, se uniría a la lista de candidatos como lo son  Islandia, Turquía, Macedonia, Montenegro y Croacia.

Condiciones básicas de la UE:
Primero: ser "un Estado europeo" y compartir los valores fundamentales que inspiran el nacimiento de la Unión.
Segundo: Poseer un modelo económico occidental (existencia de una economía de mercado en funcionamiento, así como la capacidad de hacer frente a la presión competitiva y a las fuerzas del mercado dentro de la Unión.
En cuanto a estos puntos 
Cataluña tendría que enfrentarse a una encrucijada en caso de tener que emitir su propia moneda, forzando a un desequilibrio en la balanza de pago.
Un incremento en el costo de la deuda .
Cataluña independiente no puede vender productos sin aranceles a la UE. Necesita Formar parte del EEE Espacio Económico Europeo
Incremento en los precios al consumidor por encarecimiento de importaciones y pérdida de poder del consumidor.

 Incertidumbre en cuanto a inversión extranjera.

Por otro lado, si la UE rechaza iniciar el proceso de adhesión lo cual es bastante probable dado que España hasta los momentos no muestra mínima disposición en reconocer la independencia. La Generalitat afirma que:

“Esta falta de reconocimiento impediría modificar el ámbito de aplicación de los Tratados de la UE en el territorio de Catalunya y, por lo tanto, implicaría la vigencia y aplicabilidad del derecho europeo en Catalunya y los catalanes, aunque Catalunya hubiera declarado ya su independencia y hubiera empezado ya a actuar como Estado independiente.”

¿Cataluña independiente fuera de la UE?

En caso de que la UE no está dispuesta en aceptar a Cataluña. Necesitaría añadirse a la EFTA (Asociación Europea de Libre Comercio, EFTA en inglés) y, eventualmente, al EEE (Espacio Económico Europeo), así como formar parte del espacio Schengen. Además, debería establecer acuerdos de libre comercio o la creación de uniones aduaneras con los estados. Estas diversas opciones no son incompatibles entre sí, por ejemplo, se podrían firmar acuerdos bilaterales con la UE y también, al mismo tiempo, con Estados que no están integrados en esta organización, o hacer simultáneas la pertenencia a la EFTA y al espacio Schengen.

Por otro lado, según Thorfinnur Omarsson, Cataluña necesitaría la aprobación de los 28 Estados miembros de la UE y los tres estados de la EFTA en el EEE, Islandia, Liechtenstein y Noruega para pertenecer a estas organizaciones.

Los eurocomisarios Olli Rehn y Simon O’Connor señalan q hay dos grupos de territorios que no son estados miembros pero que utilizan el euro. Por un lado, Mónaco, Ciudad del Vaticano, San Marino y Andorra, y por la otra, Kosovo y Montenegro.
Propuesta

La propuesta ofrecida, en el presente artículo, es la de un referéndum pactado entre las partes. Sin embargo, y divergiendo de casos como el “Brexit”, se sugiere que las condiciones de una posible independencia sean delimitadas antes del proceso.

Los principales aspectos que debería contener la misma, son los siguientes:

En primer lugar, establecer de forma explícita la condición de Cataluña, como estado independiente, en caso de que gane la fuerza independentista. Fundamentalmente, considerar, la probable, salida de la Unión Europea. Así mismo, expresar la factibilidad de una futura adhesión a la UE, y las condiciones para el uso de la moneda común.

De igual forma, es necesario delimitar las alternativas, a una salida de la UE, como la adhesión a la EFTA , el EEE y las futuras relaciones comerciales con España –alrededor de dos tercios de las exportaciones catalanas encuentran destino en la UE, España incluida–. Por otro lado, se debe esclarecer los escenarios que involucran los derechos de libre tránsito, condición legal de ciudadanos españoles, y europeos, en general bajo una República Catalana. Por último, se deben esclarecer las obligaciones como el reconocimiento y pago de deuda al estado español.

Aunque lo anterior pueda parecer una extorsión política, es válido mirar los dos últimos procesos similares en Europa. En 2014, Escocia votó por permanecer dentro del Reino Unido, ya que ello les permitía continuar dentro de la UE. En dicho proceso no existieron dudas en torno a una futura independencia, temas como el abandono de la monarquía, la libra y la UE se zanjaron antes de tomar la decisión. Paradójicamente, dos años después, el Reino Unido optó por abandonar la UE, en un referéndum con condiciones claras, más allá de las dificultades en las futuras negociaciones con la UE.

Especificar la situación en la que Cataluña se encontrará el día después de la independencia, luego de un referéndum pactado, juega solo en contra de los independentistas más radicales.

El discurso independentista se ha basado en una mayor prosperidad fuera de España, fundamentado en el sonado “España nos roba”, así como las continuas promesas de los principales líderes de que una potencial DUI sería reconocida, y celebrada, y que no pondría en riesgo bajo ningún aspecto su pertenencia a la UE. Sin embargo, luego de la DUI, no ha existido ningún tipo de reconocimiento por parte de otro Estado, al mismo tiempo que 2.000 empresas abandonaban suelo catalán y la división social se pronunciaba.   

Conclusiones

El fervor producido por las ilusiones políticas tiene un efecto directo en los resultados económicos, y la calidad de vida de la sociedad en la cual se desarrollan, el caso de Cataluña no dejará de ser un ejemplo de ello. Pese a que la situación se ha encauzado hacia un escenario complicado, y potencialmente irreversible, es necesario que las decisiones se tomen minimizando pérdidas.

La idea del referéndum pactado, ofrecido como solución en el presente artículo, se perfila como la opción con un menor impacto negativo sobre el escenario hispano-catalán. Un referéndum, con garantías y condiciones establecidas, aliviaría las tensiones entre España y Cataluña, y dentro de la misma sociedad catalana.

Sin embargo, el referéndum no es una opción gratuita, ya que conlleva un coste tanto para España como para la UE. En primer lugar, una victoria independentista colocaría a una nueva República, reconocida, en una situación de elevada inestabilidad. En segundo lugar, independientemente del resultado de las elecciones, los incentivos creados por el referéndum podrían llevar al resto de comunidades autónomas, y varias zonas de otros países europeos, a exigir un trato similar, colocando la integridad de la UE en duda.

“La existencia de la realidad es la cosa más misteriosa, más sublime y más surrealista que se dé”
Salvador Dalí





Autores: 

Fidel Álvarez y Luis Ojeda.





Anexos:

Gráfica 1: Exportaciones e importaciones de Cataluña en 2016 .








Gráfica 2: PIB Español y Catalán medido como promedio anual de la tasa de variación anual 2001-2017(I y II trimestres). Expresado en porcentajes.





Gráfico 3: Razón deuda PIB, Española, Catalana y de la Eurozona entre el 2000 y el 2016. Expresada en porcentajes.





Gráfico 4: Tasa de desempleo Española, Catalana, Eurozona y la UE del 2001 al 2016. Expresada en porcentajes

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