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Monday, September 25, 2017

DEG como instrumento de asistencia internacional: alternativa para Venezuela.


Resumen

             Tras la Gran Recesión de 2008 fue evidente la falta de instrumentos, por parte del FMI, para suplir de liquidez el mercado y reducir el impacto de la crisis. En consecuencia, el rol de los SDR (Special Drawing Right) o DEG (Derecho especial de giro) como sustitutos de las reservas internacionales volvió a ser relevante. Por lo tanto, este paper se centra en la viabilidad que tiene este instrumento como medio de asistencia internacional, más específicamente en el caso venezolano. Las limitaciones actuales, de los DEG y las reservas internacionales, imposibilitan un proceso de normalización cambiaria gradual, por lo que este debería llevarse a cabo súbitamente. Por otro lado, sin la ampliación, y reforma, de los DEG es inviable utilizarlo como ancla para llevar a cabo un ajuste macroeconómico. De esta forma, la alternativa sería decantarse por el financiamiento tradicional del FMI, el cual ofrece una muy limitada flexibilidad en torno a las políticas. Por último, se ofrecen sugerencias en torno al rol de los DEG, así como posibles soluciones a los problemas que estos podrían presentar.  


Introducción

Luego de la crisis económica de 2008 se ha cuestionado la capacidad de los organismos internacionales como el FMI para suplir de liquidez, y reducir el impacto negativo de los shocks que sufren las economías de los países miembros. 

Los DEG (Derecho especial de giro) o SDR (Special Drawing Right) fueron puestos de nuevo en la mesa de debate en 2011 cuando el FMI analizó la posibilidad de ampliar el rol de este activo y del sistema por el cual se desenvuelve. Si bien, funciona como una moneda global, intercambiable por divisas pudiendo proveer de liquidez a un país, el tamaño de la cesta que lo compone sigue siendo muy pequeño.

Adaptar este sistema a las necesidades de liquidez globales es un objetivo primordial para la estabilidad financiera de las naciones. En el caso de Venezuela, país que sufre una de las peores crisis en el mundo, enfrenta un escenario agravado en caso de que los agentes políticos cambien y se decida desviar el curso hacia la estabilización macroeconómica.

En este artículo se resumen las posibilidades por los cuales los DEG podrían ser una herramienta para proveer liquidez en escenarios críticos como es el caso de la crisis venezolana.

Se ofrece un resumen de la situación actual de la economía venezolana, al mismo tiempo que se muestran las ventajas y dificultades en torno a un, probable, ajuste macroeconómico. A su vez, se muestra la diferencia de versatilidad entre una intervención tradicional del FMI y una intervención llevada a cabo por medio de los DEG.

Por último, se presenta las posibilidades reales para la aplicación de este mecanismo, así como sugerencias para mejorar su efectividad.




¿Que son los DEG?


El Fondo Monetario Internacional (FMI) define los DEG como un activo de reserva internacional, el cual fue creado en 1969 con el objetivo de suplir de liquidez las reservas oficiales de los países miembros. Según la cuota de cada país dentro del organismo y el peso relativo de la economía el FMI asigna una cantidad de DEG la cual puede ser intercambiada libremente por divisas entre los países miembros o en caso que el FMI lo decida mediante un sistema de asignación. El DEG pese a no ser una moneda per se, funciona como unidad de cuenta.  

Cuando un país miembro demanda divisas, la tenencia de DEG disminuye y las reservas en divisas aumentan, dado el caso que la tenencia sea menor a la posición designada el país deberá pagar un interés y viceversa. Dicha tasa de interés es calculada semanalmente basada en un promedio ponderado de las tasas de interés de instrumentos de deuda a corto plazo de los países cuyas monedas componen los DEG.

 El valor del DEG se determina actualmente por la composición de una “cesta” conformada por dólares americanos, euros, yenes, libras esterlinas y más recientemente (2015) el renminbi. La fórmula utilizada por el FMI asigna partes iguales a la nación emisora de la moneda, añade también un indicador financiero, el cual está compuesto en partes iguales por las reservas oficiales en divisas del país miembro, el volumen de intercambio de la moneda y la suma de los pasivos bancarios extraordinarios internacionales y la deuda denominada en la moneda.

El último ajuste de la composición de la canasta de DEG se realizó a finales de 2015 al añadir el renminbi dentro de la misma. La composición asigna 41,73% al dólar estadounidense, 30,93% al euro, 10.92 % al renminbi, 8,33% al yen japonés y 8,09% a la libra esterlina. La composición es ajustada cada 5 años por el FMI.


DEG como instrumento para ayuda internacional

Este instrumento ofrece una alternativa poco utilizada en el área de la colaboración internacional. De sobra es conocido el éxito, o la ausencia de éste, de las intervenciones más notables del FMI, especialmente en las dos últimas décadas del siglo XX.

La aplicación intensiva de programas de ajuste poco flexibles. Partiendo de supuestos estrictos, y enfocados en economías desarrolladas, generaron una percepción negativa sobre el FMI, especialmente en aquellos países menos desarrollados. Percepción negativa, por lo menos en el ámbito Latinoamericano, que todavía prevalece y que, en parte, provocó el auge de movimientos radicales nacionalistas y de izquierda.

Por otro lado, la presencia de crisis económicas, de gran magnitud, en países no desarrollados resalta la necesidad de instituciones que permitan el financiamiento ante estas situaciones. La crisis de deuda externa de finales del siglo XX, o la alta exposición de este grupo de países a las variaciones de precio en los commodities son la prueba de ello.
  
Los DEG pueden ser la mejor alternativa ante las situaciones anteriores. El instrumento ofrece acceso limitado a una fuente de divisas. EL FMI se limita a un rol secundario en la transacción. Por lo tanto, países con problemas de liquidez de reservas pueden optar por esta alternativa sin la necesidad de sacrificar independencia en la política económica, esto sumado al bajo coste relativo de la operación.

Entre los riesgos que presenta esta alternativa destaca la debilidad institucional de los países beneficiados. En el presente trabajo se parte bajo el supuesto de estabilización económica como objetivo de la aplicación del DEG. Sin embargo, el fácil acceso y aplicación del financiamiento, de este instrumento, genera fuertes incentivos sobre las instituciones locales para utilizar este como una herramienta pro-cíclica, priorizando los intereses políticos sobre los de estabilidad.

Es importante destacar que gran parte del costo relativo de los DEG recae sobre los países emisores de las monedas incluidas en la tasación del instrumento. Si bien la compra o venta del DEG implica el pago o cobro de intereses, la emisión de un DEG necesita del respaldo en emisión de moneda de parte de sus integrantes. Al ser una emisión tradicional, por instrumentos de deuda, es factible afirmar que parte del costo de los DEG es percibido por parte de los contribuyentes de los países emisores, en contrapartida a los ciudadanos de los países beneficiarios.

A pesar de no ser una alternativa perfecta, suponiendo que esta existe, el DEG se presenta como una opción atractiva como catalizador hacia objetivos de estabilidad económica. Su limitado financiamiento lo coloca como una opción lo suficientemente interesante para establecer políticas de estabilidad cambiaria y de precios, mientras lo limita hacia metas más ambiciosas como la industrialización u otras metas relacionadas al desarrollo. 


Los DEG como sustituto de la ayuda extranjera.

Soros (2002) propuso que los DEG fuesen utilizados como una alternativa a la ayuda extranjera convencional; siendo el medio por el cual las naciones desarrolladas pudiesen donar parte de sus reservas en dicho activo a las naciones más necesitadas, siguiendo una serie de reglas. Las naciones menos desarrolladas se favorecerían por dos razones, una de ellas por la adición de reservas monetarias y la provisión indirecta de bienes públicos a escala global. Usando los DEG para financiar la asistencia internacional podría no solo incrementar la disponibilidad de la misma; esto podría asegurar que todos los países desarrollados contribuyan equitativamente dada la distribución por cuota que presenta la asignación de los DEG basada en la fuerza relativa de la economía de las naciones miembros.  

Soros señala que todos los esfuerzos en común sufren del problema de freerider, por lo que la comunidad como conjunto estará mejor si el esfuerzo es exitoso, pero cada miembro de la comunidad estará mejor sin contribuir. Con el uso de los DEG este problema sería solucionado, más importante de hecho el esquema propone que podría corregir muchos fallos de la ayuda internacional. Especialmente porque es actualmente administrada por las agencias de ayuda de los gobiernos. Las ventajas de los DEG deben ser preservadas, sean o no adoptadas para este fin. 

La forma como este mecanismo de ayuda podría funcionar sería mediante la creación de una especie de mercado en donde los programas de políticas de ajuste macroeconómico compitan por los fondos del donante, lo que incrementaría la capacidad en términos de volumen y sería una nueva forma de administrar la ayuda extranjera. El FMI por su parte debería crear una junta directiva que seleccione los programas elegibles para las donaciones de DEG, dicha junta estaría compuesta por expertos en el tema, los cuales deberían no estar relacionados a los países en cuestión. En adición, una comisión por separado debería monitorear y evaluar. La junta directiva propondrá estrategias en su reporte anual pero no tendría autoridad sobre el uso de los fondos. Solo se prepararía un menú del cual los donantes serían libres para escoger, creando interacción de mercado entre los donantes y los programas, es decir demanda y oferta. La calidad de los programas podría ser asegurada por la junta y la calidad de la elección de los donatarios sería juzgada por la opinión pública.

Soros argumenta que es necesario incrementar las asignaciones anuales de DEG, apartando el uso como asistencia, los DEG per se son activos de reserva y a consecuencia de la globalización, el comercio internacional ha superado por mucho la tasa de crecimiento del PIB mundial. Para evadir desbalances en pagos, los países deben tener un ratio prudente de reservas sobre importaciones. Típicamente, las reservas son iguales a tres meses de importaciones, como mínimo. Las naciones más pobres deben tomar parte de sus ingresos por exportaciones para hacer crecer sus reservas y esto presenta limitaciones. Los DEG podrían suavizar esta situación.

Los países desarrollados no tienen un uso específico para las reservas en DEG ya que sus reservas monetarias son adecuadas y en caso de necesitar pueden siempre adquirir deuda. Por esta razón ha sido difícil crear un consenso alrededor de los DEG. Pero, si los países desarrollados consiguieran una función para estos activos, como es el caso de las donaciones podría ser ampliamente apoyado.

Por otro lado, los bancos centrales se han opuesto a los DEG porque estos infringen su monopolio en la oferta monetaria. El mantra creado es que estos son inflacionarios. Pero, los estimados de inflación son bajos (no solo para 2002, en la actualidad esto no difiere en gran medida.


El FMI y su sistema de préstamo:

Los préstamos que otorga el FMI se dividen en dos categorías:

Préstamos no concesionarios

Estos préstamos permiten brindar asistencia de emergencia y mediano plazo a los países miembros que requieran del mismo.

a.     Acuerdos de Derecho de Giro (Stand-By):

Estos acuerdos permiten responder a las necesidades de financiamiento de los países que se encuentran en crisis. Todos los países miembros pueden ser elegibles para este acuerdo. La duración va desde los 12 a 24 meses, pero no mayor a 36 meses. Las oportunidades del préstamo varían, pero los países pueden acceder hasta el 145% de su nueva cuota en cualquier período de 12 meses. Para obtener un acceso acumulado a lo largo de la duración del programa de hasta 435%, de su nueva cuota, las naciones deben comprometerse a seguir políticas económicas que permitan solucionar la crisis. La tasa de interés utiliza la tasa de los DEG determinada por el mercado con un nivel mínimo de 5 puntos básicos más un margen de 100 puntos básicos, en caso de que el crédito se mantenga por encima de 187,5% de la cuota, después de tres años, la sobretasa se eleva 300 puntos básicos. Todo tipo de acuerdo de este tipo está sujeto a una comisión inicial.

b.     Línea de Crédito Flexible (LCF):

            Este instrumento está diseñado para que las naciones en potencialidad de enfrentar una crisis puedan solicitar un préstamo, que según lo señala el FMI “pretende reducir el aparente estigma que supone obtener crédito del FMI. Los países miembros pueden utilizar la línea de crédito en cualquier momento dentro de un periodo determinado, esta garantiza el acceso inmediato a los recursos sin condiciones continuas dependiendo de la solidez del marco de las políticas. Este mecanismo además puede usarse como una línea de crédito renovable ya que puede utilizarse por uno o dos años, la necesidad de recursos se evalúa individualmente. Las tasas que aplican son las mismas que las descritas en el mecanismo anterior.

c.     Servicio Ampliado del FMI (SAF).

            Este instrumento permite enfrentar graves problemas de balanza de pago o deficiencias estructurales por lo que se enfoca en el mediano y largo plazo. Tiene un periodo de reembolso más largo, de entre 4 años y medio y 10 años con montos de entre 200% y 600% de la cuota con casos excepcionales. La tasa de interés aplica en iguales condiciones que las antes descritas y dicho servicio tiene una comisión por compromiso y un cargo por servicio.

d.     Instrumento de Financiamiento Rápido (IFR)

Este mecanismo permite tener un acceso limitado a fondos, pero sin la necesidad de tener que aplicar una reforma en políticas, es decir aplica a casos de extrema urgencia. El FMI destaca casos de shock de precios de materias primas, catástrofes naturales, conflictos, entre otras. En el marco del IFR, el acceso está limitado a 37,5% de la cuota cada año y 75% en forma acumulada. El nivel de acceso en cada caso depende de las necesidades de balanza de pagos del país. La asistencia financiera proporcionada como parte del IFR está sujeta a las mismas condiciones de financiamiento que la Línea de Crédito Flexible (LCF), la Línea de Liquidez Precautoria (LLP) y los Acuerdos de Derecho de Giro, y debe reembolsar en 3 y medio a 5 años.

Préstamos concesionarios

Se plantea la creación de préstamos flexibles para adaptarse a las necesidades de países de bajo ingreso

a.     Servicio de Crédito Ampliado (SCA)

Este instrumento, cuya tasa de interés es cero y su periodo de gracia de 5 años y medio con vencimiento a 10 años, permite ayudar a las naciones que necesiten de asistencia a mediano plazo para lograr un equilibrio macroeconómico y estabilidad.

b.     Servicio de Crédito Stand-By (SCS)

Este instrumento, cuya tasa de interés es cero y su periodo de gracia de 4 años con vencimiento a 10 años, permite ayudar a las naciones que necesiten de asistencia a corto plazo para lograr mitigar efectos negativos en la balanza de pagos.

c.     Servicio de Crédito Rápido (SCR)

Este instrumento, cuya tasa de interés es cero y su periodo de gracia de 5 años y medio con vencimiento a 10 años, permite ayudar a las naciones que necesiten de asistencia inmediata. 


El FMI y el futuro de los DEG

Cabe destacar que en el 2011 el Departamento de Estrategia, Políticas y Revisión del Fondo Monetario Internacional analizó el rol de los DEG de cara al futuro.

En una primera instancia, los DEG deberían implementar cotizaciones diarias de su tasa de interés en vez de lo que se ha realizado desde su creación que es el cálculo semanal de las mismas. Esto facilitaría las operaciones de cobertura, además cambios en la permisibilidad de las operaciones facilitarían el rol del instrumento.

Por otro lado, destacan la necesidad de reconstituir requerimientos que incentiven a mantener un balance entre los holdings y las allocations, es decir que ayude a sostener el nivel de liquidez dado un periodo de tiempo, evitando con esto un desequilibrio dado un aumento de las transacciones con el instrumento.

Añadido a esto y de la misma forma en que Soros (2002) lo propuso, sería necesario la creación de una junta que pueda tomar posiciones en materia, destacando de la misma la forma en la que las allocations son incrementadas, dicha junta reduciría la influencia de consideraciones políticas sobre la misma.

            Por otro lado, en cuanto al sistema de préstamos, sugiere a los países, que estén dispuestos, crear una especie de agrupación donde pudiesen prestar sus DEG como forma de financiación extranjera. Con ello, pues se pagaría la tasa de interés de los DEG con un margen para comenzar a los prestamistas y se podría intercambiar por divisas para satisfacer las necesidades de pagos. Este mecanismo, según el FMI, haría uso de los DEG como recurso, además añade que, incluso si la tasa de los DEG se incrementará en los próximos años, es improbable que la financiación fuese más costosa que las alternativas dado cómo se determina (es decir, como promedio ponderado de las tasas a corto plazos de los países que componen la cesta). Además, no existe riesgo de refinanciación asociado con el uso de los DEG ya que, los prestatarios y los prestamistas podrían acordar un plazo para que los DEG se devuelvan o una compensación adicional para los préstamos de período extendido.


Síntesis de la crisis venezolana:

La crisis venezolana, en palabras de Ricardo Hausmann, es la crisis más profunda que ha enfrentado la nación en su historia, registrando una contracción del PIB mayor a la sufrida en Estados Unidos en la Gran Depresión de 1929. La inflación estimada por el FMI en los siguientes años, que deja muy por detrás a cualquier nación para 2018, estiman 2.530% de inflación anual.

Como lo señala Hausmann, en la actualidad Venezuela es el país más endeudado del mundo. No hay otra nación con una deuda pública externa tan alta como proporción de su PIB o de sus exportaciones, o que enfrente un servicio de la deuda más alto como proporción de sus exportaciones. De hecho, al observar las Reservas Internacionales vemos que se han contraído a un tercio del valor de hace 7 años situándose en 10.033 millones de dólares. El control cambiario ha fracasado por completo sirviendo de incentivo para la fuga de capitales, nuestros cálculos arrojan un aproximado de 185.000 millones de dólares entre los años 1998 y 2014, siendo un 82% de esta salida de capitales durante el período de control cambiario. La posición en DEG es apenas un 12% de la asignación, aproximadamente 437 millones de dólares calculado a 1.41 DEG/USD, la cual fue consumada en los últimos 3 años para satisfacer el pago de la deuda.

Un control cambiario que se ha caracterizado, en los últimos años, por la presencia de diversas tasas oficiales, con amplios márgenes de diferencia entre ellas. Sin el deseo de entrar en temas puramente políticos, vale destacar el rol de los incentivos en las interacciones y el desarrollo de políticas económicas. En la actualidad la diferencia entre las dos tasas oficiales se aproxima al 300%, en relación a la menor de ellas. Esto deja un espacio para el arbitraje, favorecido por la opacidad en el sistema cambiario. En adición, la escasez y los continuos controles de precio continúan formando parte de un círculo vicioso que ha provocado severas contracciones en la actividad económica.

Por otro lado, el servicio de la deuda no sólo ha afectado la liquidez de las Reservas Internacionales. Si bien Venezuela se ha caracterizado por continuos superávits en su cuenta corriente, se esperaría que la contracción en las importaciones desde 2013 acentuaría esa situación. Sin embargo, la disminución en los ingresos petroleros, el aumento de la proporción del petróleo sobre las exportaciones totales y el cumplimiento de la deuda en detrimento de las importaciones, han provocado amplios déficits comerciales desde 2015.
  

Por último, la monetización del déficit, el cual el FMI estima que es superior al 10% del PIB desde 2010 -por medio de ingentes aumentos en la oferta monetaria gracias a la política de financiamiento del BCV- aumentó de 31648% desde 2005 hasta la actualidad, ha colocado a la economía venezolana al borde de la hiperinflación.

 





Propuesta para Venezuela


El FMI se encuentra en un tiempo favorable para comenzar a implementar nuevos cambios en la arquitectura financiera acorde a las necesidades globales y cambiantes de las naciones miembros. Los DEG, como se argumentó anteriormente, representan una herramienta que podría ser sumamente útil para naciones en crisis, especialmente de liquidez.

En el caso de la crisis venezolana es inviable en el corto plazo no recurrir a una fuente de financiamiento. Añadido a esto, las contracciones en las exportaciones y producción petrolera y la caída del PIB, la deuda se convierte en uno de los temas claves a la hora de plantear un ajuste. El escenario ideal para Venezuela, dado un cambio de gobierno e ideológico, sería realizar ajustes de gran magnitud minimizando el costo de los mismos (a nivel social y en términos de deuda). Es en este último punto donde los DEG serían una herramienta clave para inyectar liquidez.

Si bien pudiesen existir dos posibilidades, una donación de DEG que funcione de sustituto a la ayuda internacional o mediante la creación de un mercado de préstamos utilizando las tasas de los DEG más una prima, ambas formas tienen incentivos reales para ampliar la función de esta herramienta dado que las reservas en DEG permanecen inertes en la mayoría de países desarrollados.

Para agosto de 2015 la tasa de interés de los DEG es de 0,537%, cualquier negociación entre países en vísperas de obtener un préstamo a esta tasa a un periodo determinado o bajo ciertas condiciones daría una ventaja al prestatario ya que es menos costosa (eliminación de comisiones) y podría ser más flexible que los Acuerdos de Derechos de Giro (SBA), el Servicio Ampliado del FMI (EFF), el Servicio de Complementación de Reserva(SRF), las Líneas de Crédito Contingente (CCL); y el Servicio de Financiamiento Compensatorio (CCF).


La aplicación de la estabilización económica puede llevarse a cabo tanto como medida de choque como de forma gradual. Si bien muchas áreas, como la eliminación de ciertos controles de precio o la sustitución de subsidios, pueden desarrollarse de forma progresiva, otras áreas son mutuamente excluyentes en relación al momento de su aplicación.

Por ejemplo, consideramos que dada la situación extrema de la economía venezolana una salida gradual del sistema de control de divisas es inviable. En primer lugar, la debilidad institucional histórica muestra tendencias a hacer permanente lo temporal. Continuar con un sistema cambiario de tasas múltiples continuará siendo un incentivo lo suficientemente atractivo como para mantener un control gubernamental sobre este. En segundo lugar, la alarmante falta de liquidez de las reservas internacionales y el elevado nivel de deuda pública, así como el costo de emitir deuda, no parecen estar del lado de un levantamiento gradual. Incluso teniendo en cuenta un préstamo considerable de parte del FMI, el riesgo moral presente en la economía venezolana colocaría un peso excesivo sobre las divisas disponibles ante la baja fiabilidad de una salida progresiva del control cambiario. 

De esta forma, partiendo del supuesto actual de que Venezuela cuenta con menos de 10 mil millones de dólares en reservas, estimamos que la cantidad de reservas que harían factible la liberalización cambiaria se ubicaría alrededor de los 30 mil millones de dólares. Esto implicaría un financiamiento, por medio de los DEG, de 20 mil millones de dólares. Vale acotar que la cuota de Venezuela cubre alrededor de 5 millardos de dólares, de los cuales quedan sin ejercer cerca de 436 millones de dólares. Por lo tanto, esta opción depende de una negociación extensa con el FMI, así como sus miembros, que permita acceder a este tipo de financiamiento. 

Como propuso Dornbusch (1976) uno de los riesgos más notables en un esquema cambiario de flotación libre es la volatilidad a corto plazo del tipo de cambio. Es de esperar que el efecto inicial de una liberalización cambiaria sea una depreciación drástica sobre el bolívar. Si bien es cierto que el modelo, y la realidad, muestran que a largo plazo los precios relativos de la economía local tienden a la estabilidad, el proceso de ajuste puede resultar doloroso, especialmente para los estratos más vulnerables de la sociedad.

Si bien el Overshooting resulta inevitable ante más de una década de represión cambiaria, las consecuencias de corto plazo pueden manejarse con cierta flexibilidad. De acuerdo a las últimas cifras oficiales disponibles, respectivas a la oferta global de la economía publicadas por el BCV6 (2015), alrededor del 30% de los productos consumidos en el país provienen del exterior -Sin embargo, en la actualidad esta cifra es presumiblemente mayor. De acuerdo a Fedeagro y Fedenaga, se estima que esta proporción se encuentre alrededor del 70% del consumo total-. Se refleja una alta exposición a las variaciones del tipo de cambio sobre el índice de precios, ya que es de esperar que una depreciación inicial agresiva de la moneda se traslade a los precios. En consecuencia, es vital para la estabilidad, tanto política como económica, que se apliquen subsidios por medio de transferencias directas hacia los estratos menos favorecidos. La presencia, en la actualidad, de subsidios ineficientes y distorsionadores brinda la oportunidad de refinar esta área y enfocarla hacia un objetivo de corto plazo.

Por último, la eliminación del control cambiario reduciría tanto el control estatal sobre las divisas como la burocracia existente para su administración, aminorando los requisitos legales del sector privado en la importación de bienes y servicios, ya sea para la producción o comercialización.    

En relación a la eliminación de subsidios ineficientes, se pueden incluir los casi innumerables sistemas de distribución de alimentos, el subsidio en los servicios básicos como la electricidad, agua, gas y el temido subsidio sobre la gasolina. Cabe resaltar que este último tiene una fuerte potencialidad como fuente de ingresos tributarios para el Estado. Igualmente se deben de incluir muchos de los programas denominados como “misiones”, así como la excesiva carga de ministerios dentro de la burocracia estatal.

Sin embargo, es aconsejable considerar el impacto de una medida de tal magnitud. Si luego de casi dos décadas se hizo común escuchar que un cambio de gobierno sería algo no muy lejano al apocalipsis, es lógico pensar que una eliminación de subsidios de forma abrupta no es una medida que favorezca a la estabilidad de un gobierno entrante.

Por lo anterior, recomendamos comenzar con la eliminación de los sistemas de subsidios más estériles. Por ejemplo, el sistema de distribución de alimentos, ya que con una eliminación del control cambiario y de los controles de precios, principales causas del desabastecimiento, el acceso a la oferta de bienes de este rubro no sería problemático. Aunque si sostenemos que la implantación de transferencias directas hacia los sectores de menor poder adquisitivo es fundamental, ya que es de esperar que la liberalización cambiaria y de precios tenga un impacto inflacionario, al menos de corto plazo, sobre gran parte de los bienes y servicios en la economía.

En relación a los servicios públicos, es más factible llevar los precios hacia aquellos similares a los vistos en los mercados internacionales de forma progresiva. Especialmente en los precios de la electricidad y el gas, este último un sector de gran potencialidad en Venezuela y que sin embargo escasea en el mercado local, debido a la gran diferencia entre los precios internacionales y el bajo costo asignado a su producción, este último asociado contablemente a la extracción de petróleo. De igual manera se debe de reducir la carga ministerial, y de empleo sobre el Estado, progreso similar al que se está desarrollando en Argentina desde finales de 2015. Mientras que el subsidio a la gasolina debe tratarse con más cuidado, principalmente debido al tabú histórico presente en la sociedad venezolana en torno a la gasolina.

Cabe destacar que estas medidas no pueden llevarse a cabo sin la derogación de la ley del BCV de 2005, la cual permite que la entidad monetaria financie a instituciones públicas. El control del déficit público y del crecimiento de la base monetaria es un área innegociable dentro de cualquier plan de ajuste, o de desarrollo, que desee ser considerado como realista. El establecimiento de metas de inflación, como muestra Svensson (2010), suele ser una medida efectiva en el control de la inflación, inclusive en aquellos países denominados como emergentes. Cabe destacar que la efectividad de tal medida depende de la independencia y credibilidad del ente monetario, factores asociados al riesgo moral.  

La viabilidad de utilizar los DEG para la creación de un mercado de préstamos o en un sentido más benevolente como ayuda extranjera, depende principalmente de la capacidad que tenga el FMI de crear una nueva misión y visión para este activo, además de la creación de una junta para la observación del nuevo funcionamiento.

En cuanto a la institucionalidad, es primordial la existencia de una independencia de poderes estable, así como un Banco Central autónomo. La presencia de factores relacionados al riesgo moral y a las expectativas en torno a la credibilidad de las políticas monetarias se erige como la base de cualquier política de estabilidad cambiaria para el país.

Por lo tanto, parece ser un debate entre independencia y flexibilidad. Si, por ejemplo, se aplica un plan de estabilización ortodoxo al estilo del FMI, la independencia en la política económica se ve ampliamente limitada, ya que para acceder al financiamiento se deben de cumplir ciertos objetivos nominales establecidos por los técnicos del FMI. Por otro lado, una opción innovadora en el sistema de asistencia del FMI, como el explicado en este paper, permitiría a los realizadores de política ajustar las medidas de acuerdo a las necesidades del país, descritas anteriormente, sin embargo, el mayor riesgo en torno a esta alternativa es la fragilidad institucional, y política, y la posible sostenibilidad en el tiempo de las acciones a tomar. La falta de compromisos estables en relación a las políticas económicas es una debilidad histórica en la sociedad venezolana. Por ejemplo, un BCV independiente puede establecer metas de inflación realistas, sin embargo, el fácil acceso de los ingresos petroleros, de por sí volátiles, hacia la economía interna podría terminar erosionando cualquier esfuerzo del BCV en torno a la estabilidad de precios o de la moneda.

De esta forma, aunque la alternativa del financiamiento por medio de los DEG resulte más atractiva, es fundamental establecer primero una diferenciación de poderes clara en el ámbito venezolano.   


 Conclusiones


La propuesta en torno a los DEG se ve sometida a una serie de desventajas:

En primer lugar, todo depende de la capacidad del FMI de reestructurarse ante las cambiantes condiciones económicas globales y las nuevas necesidades. La creación de una junta dentro del organismo no solo lleva tiempo, sino que debe requerirse de un acuerdo en amplitud y que los miembros muestren interés en participar en la creación de un mercado de préstamos a través de los DEG o del uso del mismo como ayuda extranjera.

Mencionado anteriormente, la debilidad institucional constituye uno de los problemas más serios ya que sea vía préstamo o donación no hay garantías de que la liquidez se utilice correctamente para la estabilización macroeconómica, pudiendo contribuir con políticas pro cíclicas o inflacionarias en un ambiente de poca institucionalidad y corrupción.

Cabe destacar que el DEG, de por sí, no tiene la capacidad de ser un instrumento inflacionario, sin embargo, su baja influencia sobre la liquidez en los mercados provoca que este sea cambiado por divisas. Esta última acción si puede resultar en un alza de precios. En primer lugar, el ya mencionado efecto Overshooting provoca una depreciación de la moneda local, influyendo finalmente en el nivel de precios de los bienes de importación. En segundo lugar, al ejercer la opción del DEG se lleva un efecto similar al que realiza una emisión de dinero en cualquiera de los países que sirven de respaldo al instrumento, por lo que, aun siendo en un mercado foráneo, estos países podrían percibir un efecto al alza en los precios. Sin embargo, los bancos centrales siempre tienen la opción de esterilizar el exceso en la oferta monetaria, que cabe destacar no sería de gran magnitud.  

Además, el DEG constituye un sustituto imperfecto de las reservas internacionales por lo que su acceso directo como medida de intervención en los mercados es limitado. Esto se refleja en el hecho de que el sector privado no tiene acceso a él. Permitir que el sector privado pueda adquirir DEG brindaría de mayor flexibilidad a los bancos centrales para afectar la liquidez en los mercados.

Otro inconveniente, relacionado a los DEG, es la periodicidad bajo la cual se establece su valor y rendimiento. La valuación se lleva a cabo de forma semanal, por lo que una ampliación de este instrumento debería acompañarse con valuaciones diarias.


Rol de las criptomonedas

Las criptomonedas, los medios de intercambio digital, que nacieron luego de la crisis financiera y económica que vivió buena parte del mundo, han ganado la reputación de ser una forma eficiente de intercambio a través del Blockchain. Además, inversionistas han visto en ella capacidad de convertirla en un activo refugio, como es el caso del Bitcoin cuyo valor supera los 4000 dólares y que en sus inicios costaba centavos de dólar.

Si bien las criptomonedas son caracterizadas por una alta volatilidad, en 2009 Paul Grignon visualizó la posibilidad de crear una moneda digital “Perpetual Coin” cuyo valor se basaría en una cesta de divisas, como es el caso de los DEG. Dicha idea nunca se pudo materializar. De hecho, sería complejo, dar con una valuación que constantemente variaría al modificar la composición de la cesta.

Por otro lado, se puede considerar la posibilidad de que el Bitcoin, siendo la criptomoneda de mayor valor y volumen pueda formar parte de la cesta de monedas que conforman los DEG. Si la demanda del mismo continúa en aumento y si la oferta pudiese imitar el crecimiento global del volumen de trading de las demás monedas. Esto, asumiendo que dicha moneda fuese de interés para los bancos centrales suponiendo un avance sustancial en la confianza de la misma y el sistema en el cual opera.




 

Fidel Álvarez
Luis Ojeda

Referencias


Chițu, L. (2016). Reserve accumulation, inflation and moral hazard: Evidence from a natural experiment. Obtenido de https://goo.gl/MDkqZY
(2011). Enhancing International Monetary Stability—A Role for the SDR? Fondo Monetario Internacional. Obtenido de https://goo.gl/xmBghg
Frankel, J. (2010). A Comparison of Monetary Anchor Options, Including Product Price Targeting, for Commodity-Exporters in Latin America. Obtenido de https://goo.gl/NbEX3u
Hausmann, R. (26 de Julio de 2017). Can Venezuela Resurrect Its Economy? (S. Pellejero, Entrevistador) Council on Foreign Relations . Obtenido de https://goo.gl/wDp5Tg
Onno de Beaufort Wijnholds, J., & Søndergaard, L. (2007). Reserve Accumulation Objective or By-Product? Obtenido de https://goo.gl/CaMtRf
Soros, George. (2002) On Globalization. New York : Public Affairs.
Svensson, L. (2010). Inflation Targeting. Obtenido de https://goo.gl/3miAWk











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