Resumen
Tras la Gran Recesión de 2008 fue evidente la
falta de instrumentos, por parte del FMI, para suplir de liquidez el mercado y
reducir el impacto de la crisis. En consecuencia, el rol de los SDR (Special Drawing Right) o DEG (Derecho
especial de giro) como sustitutos de las reservas internacionales volvió a ser
relevante. Por lo tanto, este paper se
centra en la viabilidad que tiene este instrumento como medio de asistencia
internacional, más específicamente en el caso venezolano. Las limitaciones
actuales, de los DEG y las reservas internacionales, imposibilitan un proceso
de normalización cambiaria gradual, por lo que este debería llevarse a cabo
súbitamente. Por otro lado, sin la ampliación, y reforma, de los DEG es
inviable utilizarlo como ancla para llevar a cabo un ajuste macroeconómico. De
esta forma, la alternativa sería decantarse por el financiamiento tradicional
del FMI, el cual ofrece una muy limitada flexibilidad en torno a las políticas.
Por último, se ofrecen sugerencias en torno al rol de los DEG, así como
posibles soluciones a los problemas que estos podrían presentar.
Introducción
Luego de la crisis económica de 2008
se ha cuestionado la capacidad de los organismos internacionales como el FMI
para suplir de liquidez, y reducir el impacto negativo de los shocks que sufren
las economías de los países miembros.
Los DEG (Derecho especial de giro) o
SDR (Special Drawing Right) fueron
puestos de nuevo en la mesa de debate en 2011 cuando el FMI analizó la
posibilidad de ampliar el rol de este activo y del sistema por el cual se
desenvuelve. Si bien, funciona como una moneda global, intercambiable por
divisas pudiendo proveer de liquidez a un país, el tamaño de la cesta que lo compone
sigue siendo muy pequeño.
Adaptar este sistema a las
necesidades de liquidez globales es un objetivo primordial para la estabilidad
financiera de las naciones. En el caso de Venezuela, país que sufre una de las
peores crisis en el mundo, enfrenta un escenario agravado en caso de que los
agentes políticos cambien y se decida desviar el curso hacia la estabilización
macroeconómica.
En este artículo se resumen las posibilidades
por los cuales los DEG podrían ser una herramienta para proveer liquidez en escenarios
críticos como es el caso de la crisis venezolana.
Se ofrece un resumen de la situación
actual de la economía venezolana, al mismo tiempo que se muestran las ventajas
y dificultades en torno a un, probable, ajuste macroeconómico. A su vez, se muestra
la diferencia de versatilidad entre una intervención tradicional del FMI y una
intervención llevada a cabo por medio de los DEG.
Por último, se presenta las
posibilidades reales para la aplicación de este mecanismo, así como sugerencias
para mejorar su efectividad.
¿Que son los DEG?
El Fondo Monetario Internacional
(FMI) define los DEG como un activo de reserva internacional, el cual fue
creado en 1969 con el objetivo de suplir de liquidez las reservas oficiales de
los países miembros. Según la cuota de cada país dentro del organismo y el peso
relativo de la economía el FMI asigna una cantidad de DEG la cual puede ser
intercambiada libremente por divisas entre los países miembros o en caso que el
FMI lo decida mediante un sistema de asignación. El DEG pese a no ser una
moneda per se, funciona como unidad de cuenta.
Cuando un país miembro demanda
divisas, la tenencia de DEG disminuye y las reservas en divisas aumentan, dado
el caso que la tenencia sea menor a la posición designada el país deberá pagar un
interés y viceversa. Dicha tasa de interés es calculada semanalmente basada en
un promedio ponderado de las tasas de interés de instrumentos de deuda a corto
plazo de los países cuyas monedas componen los DEG.
El valor del DEG se determina actualmente por
la composición de una “cesta” conformada por dólares americanos, euros, yenes,
libras esterlinas y más recientemente (2015) el renminbi. La fórmula utilizada
por el FMI asigna partes iguales a la nación emisora de la moneda, añade
también un indicador financiero, el cual está compuesto en partes iguales por
las reservas oficiales en divisas del país miembro, el volumen de intercambio
de la moneda y la suma de los pasivos bancarios extraordinarios internacionales
y la deuda denominada en la moneda.
El último ajuste de la composición de
la canasta de DEG se realizó a finales de 2015 al añadir el renminbi dentro de
la misma. La composición asigna 41,73% al dólar estadounidense, 30,93% al euro,
10.92 % al renminbi, 8,33% al yen japonés y 8,09% a la libra esterlina. La
composición es ajustada cada 5 años por el FMI.
DEG como instrumento
para ayuda internacional
Este instrumento ofrece una
alternativa poco utilizada en el área de la colaboración internacional. De
sobra es conocido el éxito, o la ausencia de éste, de las intervenciones más notables
del FMI, especialmente en las dos últimas décadas del siglo XX.
La aplicación intensiva de programas
de ajuste poco flexibles. Partiendo de supuestos estrictos, y enfocados en
economías desarrolladas, generaron una percepción negativa sobre el FMI,
especialmente en aquellos países menos desarrollados. Percepción negativa, por
lo menos en el ámbito Latinoamericano, que todavía prevalece y que, en parte,
provocó el auge de movimientos radicales nacionalistas y de izquierda.
Por otro lado, la presencia de
crisis económicas, de gran magnitud, en países no desarrollados resalta la
necesidad de instituciones que permitan el financiamiento ante estas
situaciones. La crisis de deuda externa de finales del siglo XX, o la alta
exposición de este grupo de países a las variaciones de precio en los commodities son la prueba de ello.
Los DEG pueden ser la mejor
alternativa ante las situaciones anteriores. El instrumento ofrece acceso
limitado a una fuente de divisas. EL FMI se limita a un rol secundario en la
transacción. Por lo tanto, países con problemas de liquidez de reservas pueden
optar por esta alternativa sin la necesidad de sacrificar independencia en la
política económica, esto sumado al bajo coste relativo de la operación.
Entre los riesgos que presenta esta
alternativa destaca la debilidad institucional de los países beneficiados. En
el presente trabajo se parte bajo el supuesto de estabilización económica como
objetivo de la aplicación del DEG. Sin embargo, el fácil acceso y aplicación
del financiamiento, de este instrumento, genera fuertes incentivos sobre las
instituciones locales para utilizar este como una herramienta pro-cíclica,
priorizando los intereses políticos sobre los de estabilidad.
Es importante destacar que gran
parte del costo relativo de los DEG recae sobre los países emisores de las
monedas incluidas en la tasación del instrumento. Si bien la compra o venta del
DEG implica el pago o cobro de intereses, la emisión de un DEG necesita del
respaldo en emisión de moneda de parte de sus integrantes. Al ser una emisión
tradicional, por instrumentos de deuda, es factible afirmar que parte del costo
de los DEG es percibido por parte de los contribuyentes de los países emisores,
en contrapartida a los ciudadanos de los países beneficiarios.
A pesar de no ser una alternativa
perfecta, suponiendo que esta existe, el DEG se presenta como una opción
atractiva como catalizador hacia objetivos de estabilidad económica. Su
limitado financiamiento lo coloca como una opción lo suficientemente interesante
para establecer políticas de estabilidad cambiaria y de precios, mientras lo
limita hacia metas más ambiciosas como la industrialización u otras metas
relacionadas al desarrollo.
Los DEG como sustituto
de la ayuda extranjera.
Soros (2002) propuso que los DEG
fuesen utilizados como una alternativa a la ayuda extranjera convencional;
siendo el medio por el cual las naciones desarrolladas pudiesen donar parte de
sus reservas en dicho activo a las naciones más necesitadas, siguiendo una
serie de reglas. Las naciones menos desarrolladas se favorecerían por dos
razones, una de ellas por la adición de reservas monetarias y la provisión
indirecta de bienes públicos a escala global. Usando los DEG para financiar la
asistencia internacional podría no solo incrementar la disponibilidad de la
misma; esto podría asegurar que todos los países desarrollados contribuyan
equitativamente dada la distribución por cuota que presenta la asignación de
los DEG basada en la fuerza relativa de la economía de las naciones
miembros.
Soros señala que todos los esfuerzos
en común sufren del problema de freerider,
por lo que la comunidad como conjunto estará mejor si el esfuerzo es exitoso,
pero cada miembro de la comunidad estará mejor sin contribuir. Con el uso de
los DEG este problema sería solucionado, más importante de hecho el esquema
propone que podría corregir muchos fallos de la ayuda internacional.
Especialmente porque es actualmente administrada por las agencias de ayuda de
los gobiernos. Las ventajas de los DEG deben ser preservadas, sean o no
adoptadas para este fin.
La forma como este mecanismo de
ayuda podría funcionar sería mediante la creación de una especie de mercado en
donde los programas de políticas de ajuste macroeconómico compitan por los
fondos del donante, lo que incrementaría la capacidad en términos de volumen y
sería una nueva forma de administrar la ayuda extranjera. El FMI por su parte
debería crear una junta directiva que seleccione los programas elegibles para
las donaciones de DEG, dicha junta estaría compuesta por expertos en el tema,
los cuales deberían no estar relacionados a los países en cuestión. En adición,
una comisión por separado debería monitorear y evaluar. La junta directiva
propondrá estrategias en su reporte anual pero no tendría autoridad sobre el
uso de los fondos. Solo se prepararía un menú del cual los donantes serían
libres para escoger, creando interacción de mercado entre los donantes y los
programas, es decir demanda y oferta. La calidad de los programas podría ser
asegurada por la junta y la calidad de la elección de los donatarios sería
juzgada por la opinión pública.
Soros argumenta que es necesario
incrementar las asignaciones anuales de DEG, apartando el uso como asistencia,
los DEG per se son activos de reserva y a consecuencia de la globalización, el
comercio internacional ha superado por mucho la tasa de crecimiento del PIB
mundial. Para evadir desbalances en pagos, los países deben tener un ratio
prudente de reservas sobre importaciones. Típicamente, las reservas son iguales
a tres meses de importaciones, como mínimo. Las naciones más pobres deben tomar
parte de sus ingresos por exportaciones para hacer crecer sus reservas y esto
presenta limitaciones. Los DEG podrían suavizar esta situación.
Los países desarrollados no tienen
un uso específico para las reservas en DEG ya que sus reservas monetarias son
adecuadas y en caso de necesitar pueden siempre adquirir deuda. Por esta razón
ha sido difícil crear un consenso alrededor de los DEG. Pero, si los países
desarrollados consiguieran una función para estos activos, como es el caso de
las donaciones podría ser ampliamente apoyado.
Por otro lado, los bancos centrales
se han opuesto a los DEG porque estos infringen su monopolio en la oferta
monetaria. El mantra creado es que estos son inflacionarios. Pero, los
estimados de inflación son bajos (no solo para 2002, en la actualidad esto no
difiere en gran medida.
El FMI y su sistema de
préstamo:
Los préstamos que otorga el FMI se
dividen en dos categorías:
Préstamos no concesionarios
Estos préstamos permiten brindar
asistencia de emergencia y mediano plazo a los países miembros que requieran
del mismo.
a. Acuerdos de Derecho de Giro
(Stand-By):
Estos acuerdos permiten responder a
las necesidades de financiamiento de los países que se encuentran en crisis.
Todos los países miembros pueden ser elegibles para este acuerdo. La duración
va desde los 12 a 24 meses, pero no mayor a 36 meses. Las oportunidades del
préstamo varían, pero los países pueden acceder hasta el 145% de su nueva cuota
en cualquier período de 12 meses. Para obtener un acceso acumulado a lo largo
de la duración del programa de hasta 435%, de su nueva cuota, las naciones
deben comprometerse a seguir políticas económicas que permitan solucionar la
crisis. La tasa de interés utiliza la tasa de los DEG determinada por el
mercado con un nivel mínimo de 5 puntos básicos más un margen de 100 puntos
básicos, en caso de que el crédito se mantenga por encima de 187,5% de la cuota,
después de tres años, la sobretasa se eleva 300 puntos básicos. Todo tipo de
acuerdo de este tipo está sujeto a una comisión inicial.
b. Línea de Crédito Flexible (LCF):
Este
instrumento está diseñado para que las naciones en potencialidad de enfrentar
una crisis puedan solicitar un préstamo, que según lo señala el FMI “pretende
reducir el aparente estigma que supone obtener crédito del FMI. Los países
miembros pueden utilizar la línea de crédito en cualquier momento dentro de un
periodo determinado, esta garantiza el acceso inmediato a los recursos sin
condiciones continuas dependiendo de la solidez del marco de las políticas.
Este mecanismo además puede usarse como una línea de crédito renovable ya que
puede utilizarse por uno o dos años, la necesidad de recursos se evalúa
individualmente. Las tasas que aplican son las mismas que las descritas en el
mecanismo anterior.
c. Servicio Ampliado del FMI (SAF).
Este
instrumento permite enfrentar graves problemas de balanza de pago o
deficiencias estructurales por lo que se enfoca en el mediano y largo plazo.
Tiene un periodo de reembolso más largo, de entre 4 años y medio y 10 años con
montos de entre 200% y 600% de la cuota con casos excepcionales. La tasa de
interés aplica en iguales condiciones que las antes descritas y dicho servicio
tiene una comisión por compromiso y un cargo por servicio.
d. Instrumento de Financiamiento Rápido
(IFR)
Este mecanismo permite tener un
acceso limitado a fondos, pero sin la necesidad de tener que aplicar una
reforma en políticas, es decir aplica a casos de extrema urgencia. El FMI
destaca casos de shock de precios de materias primas, catástrofes naturales,
conflictos, entre otras. En el marco del IFR, el acceso está limitado a 37,5%
de la cuota cada año y 75% en forma acumulada. El nivel de acceso en cada caso
depende de las necesidades de balanza de pagos del país. La asistencia
financiera proporcionada como parte del IFR está sujeta a las mismas
condiciones de financiamiento que la Línea de Crédito Flexible (LCF), la Línea
de Liquidez Precautoria (LLP) y los Acuerdos de Derecho de Giro, y debe
reembolsar en 3 y medio a 5 años.
Préstamos concesionarios
Se plantea la creación de préstamos
flexibles para adaptarse a las necesidades de países de bajo ingreso
a. Servicio de Crédito Ampliado (SCA)
Este instrumento, cuya tasa de
interés es cero y su periodo de gracia de 5 años y medio con vencimiento a 10
años, permite ayudar a las naciones que necesiten de asistencia a mediano plazo
para lograr un equilibrio macroeconómico y estabilidad.
b. Servicio de Crédito Stand-By (SCS)
Este instrumento, cuya tasa de
interés es cero y su periodo de gracia de 4 años con vencimiento a 10 años,
permite ayudar a las naciones que necesiten de asistencia a corto plazo para
lograr mitigar efectos negativos en la balanza de pagos.
c. Servicio de Crédito Rápido (SCR)
Este instrumento, cuya tasa de
interés es cero y su periodo de gracia de 5 años y medio con vencimiento a 10
años, permite ayudar a las naciones que necesiten de asistencia inmediata.
El FMI y el futuro de
los DEG
Cabe destacar que en el 2011 el
Departamento de Estrategia, Políticas y Revisión del Fondo Monetario Internacional
analizó el rol de los DEG de cara al futuro.
En una primera instancia, los DEG
deberían implementar cotizaciones diarias de su tasa de interés en vez de lo
que se ha realizado desde su creación que es el cálculo semanal de las mismas.
Esto facilitaría las operaciones de cobertura, además cambios en la
permisibilidad de las operaciones facilitarían el rol del instrumento.
Por otro lado, destacan la necesidad
de reconstituir requerimientos que incentiven a mantener un balance entre los
holdings y las allocations, es decir
que ayude a sostener el nivel de liquidez dado un periodo de tiempo, evitando
con esto un desequilibrio dado un aumento de las transacciones con el
instrumento.
Añadido a esto y de la misma forma
en que Soros (2002) lo propuso, sería necesario la creación de una junta que
pueda tomar posiciones en materia, destacando de la misma la forma en la que
las allocations son incrementadas,
dicha junta reduciría la influencia de consideraciones políticas sobre la
misma.
Por
otro lado, en cuanto al sistema de préstamos, sugiere a los países, que estén
dispuestos, crear una especie de agrupación donde pudiesen prestar sus DEG como
forma de financiación extranjera. Con ello, pues se pagaría la tasa de interés
de los DEG con un margen para comenzar a los prestamistas y se podría
intercambiar por divisas para satisfacer las necesidades de pagos. Este
mecanismo, según el FMI, haría uso de los DEG como recurso, además añade que, incluso
si la tasa de los DEG se incrementará en los próximos años, es improbable que
la financiación fuese más costosa que las alternativas dado cómo se determina
(es decir, como promedio ponderado de las tasas a corto plazos de los países
que componen la cesta). Además, no existe riesgo de refinanciación asociado con
el uso de los DEG ya que, los prestatarios y los prestamistas podrían acordar
un plazo para que los DEG se devuelvan o una compensación adicional para los
préstamos de período extendido.
Síntesis de la crisis venezolana:
La crisis venezolana, en palabras de
Ricardo Hausmann, es la crisis más profunda que ha enfrentado la nación en su
historia, registrando una contracción del PIB mayor a la sufrida en Estados
Unidos en la Gran Depresión de 1929. La inflación estimada por el FMI en los
siguientes años, que deja muy por detrás a cualquier nación para 2018, estiman
2.530% de inflación anual.
Como lo señala Hausmann, en la
actualidad Venezuela es el país más endeudado del mundo. No hay otra nación con
una deuda pública externa tan alta como proporción de su PIB o de sus
exportaciones, o que enfrente un servicio de la deuda más alto como proporción
de sus exportaciones. De hecho, al observar las Reservas Internacionales vemos
que se han contraído a un tercio del valor de hace 7 años situándose en 10.033
millones de dólares. El control cambiario ha fracasado por completo sirviendo
de incentivo para la fuga de capitales, nuestros cálculos arrojan un aproximado
de 185.000 millones de dólares entre los años 1998 y 2014, siendo un 82% de esta salida de
capitales durante el período de control cambiario. La posición en DEG es apenas
un 12% de la asignación, aproximadamente 437 millones de dólares calculado a
1.41 DEG/USD, la cual fue consumada en los últimos 3 años para satisfacer el
pago de la deuda.
Un control cambiario que se ha
caracterizado, en los últimos años, por la presencia de diversas tasas oficiales,
con amplios márgenes de diferencia entre ellas. Sin el deseo de entrar en temas
puramente políticos, vale destacar el rol de los incentivos en las
interacciones y el desarrollo de políticas económicas. En la actualidad la
diferencia entre las dos tasas oficiales se aproxima al 300%, en relación a la
menor de ellas. Esto deja un espacio para el arbitraje, favorecido por la
opacidad en el sistema cambiario. En adición, la escasez y los continuos
controles de precio continúan formando parte de un círculo vicioso que ha
provocado severas contracciones en la actividad económica.
Por otro lado, el servicio de la
deuda no sólo ha afectado la liquidez de las Reservas Internacionales. Si bien
Venezuela se ha caracterizado por continuos superávits en su cuenta corriente,
se esperaría que la contracción en las importaciones desde 2013 acentuaría esa
situación. Sin embargo, la disminución en los ingresos petroleros, el aumento
de la proporción del petróleo sobre las exportaciones totales y el cumplimiento
de la deuda en detrimento de las importaciones, han provocado amplios déficits
comerciales desde 2015.
Por último, la monetización del
déficit, el cual el FMI estima que es superior al 10% del PIB desde 2010 -por
medio de ingentes aumentos en la oferta monetaria gracias a la política de
financiamiento del BCV- aumentó de 31648% desde 2005 hasta la actualidad, ha
colocado a la economía venezolana al borde de la hiperinflación.
Propuesta para
Venezuela
El FMI se encuentra en un tiempo
favorable para comenzar a implementar nuevos cambios en la arquitectura
financiera acorde a las necesidades globales y cambiantes de las naciones
miembros. Los DEG, como se argumentó anteriormente, representan una herramienta
que podría ser sumamente útil para naciones en crisis, especialmente de
liquidez.
En el caso de la crisis venezolana
es inviable en el corto plazo no recurrir a una fuente de financiamiento.
Añadido a esto, las contracciones en las exportaciones y producción petrolera y
la caída del PIB, la deuda se convierte en uno de los temas claves a la hora de
plantear un ajuste. El escenario ideal para Venezuela, dado un cambio de
gobierno e ideológico, sería realizar ajustes de gran magnitud minimizando el
costo de los mismos (a nivel social y en términos de deuda). Es en este último
punto donde los DEG serían una herramienta clave para inyectar liquidez.
Si bien pudiesen existir dos posibilidades,
una donación de DEG que funcione de sustituto a la ayuda internacional o
mediante la creación de un mercado de préstamos utilizando las tasas de los DEG
más una prima, ambas formas tienen incentivos reales para ampliar la función de
esta herramienta dado que las reservas en DEG permanecen inertes en la mayoría
de países desarrollados.
Para agosto de 2015 la tasa de
interés de los DEG es de 0,537%, cualquier negociación entre países en vísperas
de obtener un préstamo a esta tasa a un periodo determinado o bajo ciertas
condiciones daría una ventaja al prestatario ya que es menos costosa (eliminación
de comisiones) y podría ser más flexible que los Acuerdos de Derechos de Giro
(SBA), el Servicio Ampliado del FMI (EFF), el Servicio de Complementación de
Reserva(SRF), las Líneas de Crédito Contingente (CCL); y el Servicio de Financiamiento
Compensatorio (CCF).
La aplicación de la estabilización
económica puede llevarse a cabo tanto como medida de choque como de forma
gradual. Si bien muchas áreas, como la eliminación de ciertos controles de
precio o la sustitución de subsidios, pueden desarrollarse de forma progresiva,
otras áreas son mutuamente excluyentes en relación al momento de su aplicación.
Por ejemplo, consideramos que dada
la situación extrema de la economía venezolana una salida gradual del sistema
de control de divisas es inviable. En primer lugar, la debilidad institucional
histórica muestra tendencias a hacer permanente lo temporal. Continuar con un
sistema cambiario de tasas múltiples continuará siendo un incentivo lo
suficientemente atractivo como para mantener un control gubernamental sobre
este. En segundo lugar, la alarmante falta de liquidez de las reservas
internacionales y el elevado nivel de deuda pública, así como el costo de
emitir deuda, no parecen estar del lado de un levantamiento gradual. Incluso
teniendo en cuenta un préstamo considerable de parte del FMI, el riesgo moral
presente en la economía venezolana colocaría un peso excesivo sobre las divisas
disponibles ante la baja fiabilidad de una salida progresiva del control
cambiario.
De esta forma, partiendo del
supuesto actual de que Venezuela cuenta con menos de 10 mil millones de dólares
en reservas, estimamos que la cantidad de reservas que harían factible la
liberalización cambiaria se ubicaría alrededor de los 30 mil millones de
dólares. Esto implicaría un financiamiento, por medio de los DEG, de 20 mil
millones de dólares. Vale acotar que la cuota de Venezuela cubre alrededor de 5
millardos de dólares, de los cuales quedan sin ejercer cerca de 436 millones de
dólares. Por lo tanto, esta opción depende de una negociación extensa con el
FMI, así como sus miembros, que permita acceder a este tipo de
financiamiento.
Como propuso Dornbusch (1976) uno de
los riesgos más notables en un esquema cambiario de flotación libre es la
volatilidad a corto plazo del tipo de cambio. Es de esperar que el efecto
inicial de una liberalización cambiaria sea una depreciación drástica sobre el
bolívar. Si bien es cierto que el modelo, y la realidad, muestran que a largo
plazo los precios relativos de la economía local tienden a la estabilidad, el
proceso de ajuste puede resultar doloroso, especialmente para los estratos más
vulnerables de la sociedad.
Si bien el Overshooting resulta inevitable ante más de una década de represión
cambiaria, las consecuencias de corto plazo pueden manejarse con cierta
flexibilidad. De acuerdo a las últimas cifras oficiales disponibles,
respectivas a la oferta global de la economía publicadas por el BCV6
(2015), alrededor del 30% de los productos consumidos en el país provienen del
exterior -Sin embargo, en la actualidad esta cifra es presumiblemente mayor. De
acuerdo a Fedeagro y Fedenaga, se estima que esta proporción se encuentre alrededor
del 70% del consumo total-. Se refleja una alta exposición a las variaciones
del tipo de cambio sobre el índice de precios, ya que es de esperar que una
depreciación inicial agresiva de la moneda se traslade a los precios. En
consecuencia, es vital para la estabilidad, tanto política como económica, que
se apliquen subsidios por medio de transferencias directas hacia los estratos
menos favorecidos. La presencia, en la actualidad, de subsidios ineficientes y
distorsionadores brinda la oportunidad de refinar esta área y enfocarla hacia
un objetivo de corto plazo.
Por último, la eliminación del
control cambiario reduciría tanto el control estatal sobre las divisas como la
burocracia existente para su administración, aminorando los requisitos legales
del sector privado en la importación de bienes y servicios, ya sea para la
producción o comercialización.
En relación a la eliminación de
subsidios ineficientes, se pueden incluir los casi innumerables sistemas de
distribución de alimentos, el subsidio en los servicios básicos como la
electricidad, agua, gas y el temido subsidio sobre la gasolina. Cabe resaltar
que este último tiene una fuerte potencialidad como fuente de ingresos
tributarios para el Estado. Igualmente se deben de incluir muchos de los
programas denominados como “misiones”, así como la excesiva carga de
ministerios dentro de la burocracia estatal.
Sin embargo, es aconsejable
considerar el impacto de una medida de tal magnitud. Si luego de casi dos
décadas se hizo común escuchar que un cambio de gobierno sería algo no muy
lejano al apocalipsis, es lógico pensar que una eliminación de subsidios de
forma abrupta no es una medida que favorezca a la estabilidad de un gobierno
entrante.
Por lo anterior, recomendamos
comenzar con la eliminación de los sistemas de subsidios más estériles. Por
ejemplo, el sistema de distribución de alimentos, ya que con una eliminación
del control cambiario y de los controles de precios, principales causas del
desabastecimiento, el acceso a la oferta de bienes de este rubro no sería
problemático. Aunque si sostenemos que la implantación de transferencias
directas hacia los sectores de menor poder adquisitivo es fundamental, ya que
es de esperar que la liberalización cambiaria y de precios tenga un impacto
inflacionario, al menos de corto plazo, sobre gran parte de los bienes y
servicios en la economía.
En relación a los servicios
públicos, es más factible llevar los precios hacia aquellos similares a los
vistos en los mercados internacionales de forma progresiva. Especialmente en
los precios de la electricidad y el gas, este último un sector de gran
potencialidad en Venezuela y que sin embargo escasea en el mercado local,
debido a la gran diferencia entre los precios internacionales y el bajo costo
asignado a su producción, este último asociado contablemente a la extracción de
petróleo. De igual manera se debe de reducir la carga ministerial, y de empleo
sobre el Estado, progreso similar al que se está desarrollando en Argentina
desde finales de 2015. Mientras que el subsidio a la gasolina debe tratarse con
más cuidado, principalmente debido al tabú histórico presente en la sociedad
venezolana en torno a la gasolina.
Cabe destacar que estas medidas no
pueden llevarse a cabo sin la derogación de la ley del BCV de 2005, la cual
permite que la entidad monetaria financie a instituciones públicas. El control
del déficit público y del crecimiento de la base monetaria es un área
innegociable dentro de cualquier plan de ajuste, o de desarrollo, que desee ser
considerado como realista. El establecimiento de metas de inflación, como
muestra Svensson (2010), suele ser una medida efectiva en el control de la
inflación, inclusive en aquellos países denominados como emergentes. Cabe
destacar que la efectividad de tal medida depende de la independencia y
credibilidad del ente monetario, factores asociados al riesgo moral.
La viabilidad de utilizar los DEG
para la creación de un mercado de préstamos o en un sentido más benevolente
como ayuda extranjera, depende principalmente de la capacidad que tenga el FMI
de crear una nueva misión y visión para este activo, además de la creación de
una junta para la observación del nuevo funcionamiento.
En cuanto a la institucionalidad, es
primordial la existencia de una independencia de poderes estable, así como un
Banco Central autónomo. La presencia de factores relacionados al riesgo moral y
a las expectativas en torno a la credibilidad de las políticas monetarias se erige
como la base de cualquier política de estabilidad cambiaria para el país.
Por lo tanto, parece ser un debate
entre independencia y flexibilidad. Si, por ejemplo, se aplica un plan de
estabilización ortodoxo al estilo del FMI, la independencia en la política
económica se ve ampliamente limitada, ya que para acceder al financiamiento se
deben de cumplir ciertos objetivos nominales establecidos por los técnicos del
FMI. Por otro lado, una opción innovadora en el sistema de asistencia del FMI,
como el explicado en este paper, permitiría a los realizadores de política
ajustar las medidas de acuerdo a las necesidades del país, descritas
anteriormente, sin embargo, el mayor riesgo en torno a esta alternativa es la
fragilidad institucional, y política, y la posible sostenibilidad en el tiempo
de las acciones a tomar. La falta de compromisos estables en relación a las
políticas económicas es una debilidad histórica en la sociedad venezolana. Por
ejemplo, un BCV independiente puede establecer metas de inflación realistas,
sin embargo, el fácil acceso de los ingresos petroleros, de por sí volátiles,
hacia la economía interna podría terminar erosionando cualquier esfuerzo del
BCV en torno a la estabilidad de precios o de la moneda.
De esta forma, aunque la alternativa
del financiamiento por medio de los DEG resulte más atractiva, es fundamental
establecer primero una diferenciación de poderes clara en el ámbito
venezolano.
Conclusiones
La propuesta en torno a los DEG se
ve sometida a una serie de desventajas:
En primer lugar, todo depende de la
capacidad del FMI de reestructurarse ante las cambiantes condiciones económicas
globales y las nuevas necesidades. La creación de una junta dentro del
organismo no solo lleva tiempo, sino que debe requerirse de un acuerdo en
amplitud y que los miembros muestren interés en participar en la creación de un
mercado de préstamos a través de los DEG o del uso del mismo como ayuda
extranjera.
Mencionado anteriormente, la
debilidad institucional constituye uno de los problemas más serios ya que sea
vía préstamo o donación no hay garantías de que la liquidez se utilice
correctamente para la estabilización macroeconómica, pudiendo contribuir con
políticas pro cíclicas o inflacionarias en un ambiente de poca
institucionalidad y corrupción.
Cabe destacar que el DEG, de por sí,
no tiene la capacidad de ser un instrumento inflacionario, sin embargo, su baja
influencia sobre la liquidez en los mercados provoca que este sea cambiado por
divisas. Esta última acción si puede resultar en un alza de precios. En primer
lugar, el ya mencionado efecto Overshooting
provoca una depreciación de la moneda local, influyendo finalmente en el
nivel de precios de los bienes de importación. En segundo lugar, al ejercer la
opción del DEG se lleva un efecto similar al que realiza una emisión de dinero
en cualquiera de los países que sirven de respaldo al instrumento, por lo que, aun
siendo en un mercado foráneo, estos países podrían percibir un efecto al alza en
los precios. Sin embargo, los bancos centrales siempre tienen la opción de
esterilizar el exceso en la oferta monetaria, que cabe destacar no sería de
gran magnitud.
Además, el DEG constituye un
sustituto imperfecto de las reservas internacionales por lo que su acceso
directo como medida de intervención en los mercados es limitado. Esto se
refleja en el hecho de que el sector privado no tiene acceso a él. Permitir que
el sector privado pueda adquirir DEG brindaría de mayor flexibilidad a los
bancos centrales para afectar la liquidez en los mercados.
Otro inconveniente, relacionado a
los DEG, es la periodicidad bajo la cual se establece su valor y rendimiento.
La valuación se lleva a cabo de forma semanal, por lo que una ampliación de
este instrumento debería acompañarse con valuaciones diarias.
Rol de las
criptomonedas
Las criptomonedas, los medios de
intercambio digital, que nacieron luego de la crisis financiera y económica que
vivió buena parte del mundo, han ganado la reputación de ser una forma
eficiente de intercambio a través del Blockchain. Además, inversionistas han visto
en ella capacidad de convertirla en un activo refugio, como es el caso del
Bitcoin cuyo valor supera los 4000 dólares y que en sus inicios costaba
centavos de dólar.
Si bien las criptomonedas son
caracterizadas por una alta volatilidad, en 2009 Paul Grignon visualizó la
posibilidad de crear una moneda digital “Perpetual Coin” cuyo valor se basaría
en una cesta de divisas, como es el caso de los DEG. Dicha idea nunca se pudo
materializar. De hecho, sería complejo, dar con una valuación que
constantemente variaría al modificar la composición de la cesta.
Por otro lado, se puede considerar
la posibilidad de que el Bitcoin, siendo la criptomoneda de mayor valor y
volumen pueda formar parte de la cesta de monedas que conforman los DEG. Si la
demanda del mismo continúa en aumento y si la oferta pudiese imitar el
crecimiento global del volumen de trading de las demás monedas. Esto, asumiendo
que dicha moneda fuese de interés para los bancos centrales suponiendo un
avance sustancial en la confianza de la misma y el sistema en el cual opera.
Fidel Álvarez
Luis Ojeda
Referencias
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Reserve accumulation, inflation and moral hazard: Evidence from a natural
experiment. Obtenido de https://goo.gl/MDkqZY
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Julio de 2017). Can Venezuela Resurrect Its Economy? (S. Pellejero, Entrevistador)
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