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Sunday, April 30, 2017

La economía, el intercambio y la naturaleza

El intercambio y las especies.

El ser humano posee habilidades únicas que lo diferencian de otros seres vivos, sin embargo ¿Somos los únicos que interactuamos entre si intercambiando bienes y servicios para satisfacer nuestras necesidades? Quizás, nuestros complejos sistemas de intercambio,  la creación de la moneda y la complejidad de nuestros mercados nos lleva a pensar que somos únicos. La naturaleza parece haber expresado en otras especies ciertas particularidades y similitudes.

M. De Waal (2005) y la “Economía evolutiva” explica que la conducta económica humana o mejor conocida como “Behavioral economics” es una herencia de nuestros antecesores, mostrando en ellos comportamientos de intercambio asociados a una demanda y oferta de bienes y servicios, como también la reacción ante acuerdos de intercambios, negociaciones, actitudes cooperativas y altruistas entre si.

Uno de los estudios recientes en este campo realizado por el Yerkes National Primate Research Center en Atlanta trato de enseñar a dos monos capuchinos a jalar una palanca juntos para obtener una recompensa, la particularidad del experimento era que solo uno de los monos iba a recibir un premio, luego del primer intento el mono que no fue premiado comenzó a hacer un berrinche y se negó a colaborar en los siguientes intentos ya que anticipaba una perdida. Experimentos similares mostraban también un comportamiento reciproco de parte del simio que recibía el premio, puesto que este era consiente de que los siguientes intentos iban a ser un fracaso debido a que su compañero se negaría a cooperar, por lo que compartía parte del premio si veía que el otro simio tenia intenciones de trabajar en equipo, esto incentivaba a la cooperación y mostraba reciprocidad.

Ronald Noë and Peter Hammerstein en el Max Planck Instituto de Comportamiento Psicológico estudiaron la llamada “teoría de los mercados biológicos” la cual aplica en cualquier intercambio entre compañeros, los cuales a demás son capaces de decidir con quien hacer un trato y el valor de los commodities variará dependiendo de la disponibilidad de los mismos. El estudio se concentro en el mercado de bebes babuinos y del pez limpiador.

            En el primer caso, cabe resaltar que las hembras babuinas tienen un enorme instinto maternal y se sienten irresistiblemente atraídas por los infantes de su especie lo cual hace que demanden cierto tipo de acercamiento, en los momentos de acicalamiento las madres babuinos permiten que se acerquen a sus crías. En un estudio realizado en Sudáfrica, Louise Barrett y Peter Henzi encontraron que las madres babuinas con crías “exóticas” podían extraer un mayor precio, que vendría siendo un mayor tiempo de acicalamiento a cambio de permitir estar cerca de sus crías, por contrario madres babuinas con muchos bebes o “crías comunes” recibirían un menor tiempo de acicalamiento.

En el segundo caso, Redouan Bshary del instituto Max Planck en Seewiesen realizaron estudios con peces limpiadores, quienes se alimentan de los parásitos de otros peces.  Tienen cada uno y por separado una especie de centros de limpieza.

La particularidad es que los “clientes” se dividen entre peces residentes (que comúnmente son especies con pequeños territorios) los cuales habitan cerca del limpiador y por otro lado, están los peces nómadas, los cuales habitan en territorios mas extensos o realizan largos viajes, son especies mucho mas grandes y pueden decidir en que “estación de servicio” entrar. Curiosamente, esto lleva a los limpiadores a dar un mejor servicio por lo que dan prioridad a los peces nómadas por sobre a los residentes, a los cuales a demás evitan de estafar (comiendo parte de su mucosidad saludable además de los parásitos).

En el estudio encontraron que los peces limpiadores pueden rechazar clientes locales en caso de que algún pez nómada llegue, al igual en el caso de atender a peces que potencialmente sean depredadores.

El reino animal destaca buena parte de conceptos económicos, pues hay una interacción entre especies donde se persigue un interés común, lo que lleva a la cooperación, o la formulación de estrategias que de una u otra forma sirva para su subsistencia y éxito como especie.

¿Es el reino animal la única ejemplificación de intercambio?

Pues la respuesta es no, estudios recientes (y no tan recientes de hecho) realizados por Suzanne Simard lograron determinar que el mundo de las plantas es mucho mas complejo de lo que pensábamos. En 1997 en la revista Nature publicaron parte del estudio de Simard en donde lograba comprobar interacciones entre dos tipos de arboles (Abedul papifero y el Abeto de Douglas) utilizando isotopos de carbono radioactivo, estas se daban gracias a la relación que forman los arboles con un tipo de hongo llamado Micorriza, el cual es incapaz de realizar fotosíntesis y para subsistir se adhiere a las raíces de los arboles. Intercambia nutrientes como fosforo, nitrógeno y agua los cuales extrae del suelo por los azucares y otras sustancias producto de la fotosíntesis.

La micorriza forma una red que interconecta las raíces de los arboles por lo que de esta forma este “canal” permite el flujo de nutrientes  entre los arboles generando beneficios mutuos, es decir, los arboles intercambian información y comercian entre si.  

En la naturaleza el Abedul y el Abeto crecen en comunidades cercanas y son una especie de competidores directos, pero el estudio de Simard mostró que de hecho no solo los arboles de una misma especie colaboran entre si, arboles de distintas especies intercambian nutrientes a través de las conexiones formadas por las micorrizas.

Simard señala que son los factores ecológicos la razón por la cual se da un intercambio entre los arboles, pese a esto en algunas ocasiones el Abeto podría obtener mas beneficios y en otros el Abedul papirífero. Experimentos realizados con estos arboles para comprobar como afectaba la sombra comprobaron que, cuanto mas sobra tenga en verano el abeto mas exceso de carbono recibirá del Abeto de Douglas, en otoño el Abedul papirífero pierde sus hojas y el Abeto de Douglas tiene exceso de carbono por la fotosíntesis, la transferencia neta de este intercambio se revertirá al abedul.

Kevin Beiler en trabajos posteriores descubrió que los arboles mas grandes y viejos poseen redes mas complejas y con mayor alcance y vinculación, al contrario de los arboles mas pequeños. Estudios mas complejos lograron determinar que los arboles mas viejos o arboles “madre” o “núcleo” logran reconocer el parentesco, favoreciendo el intercambio con sus pares.

En resumen, los bosques son intrincadas redes de intercambio, mercados biológicos que han demostrado a través de mas de 200 millones de años ser una forma de vida compleja, exitosa y resistente al paso del tiempo.

En conclusión, la ciencia es una gran puerta al entendimiento de lo que somos y lo que nos rodea, dado que, la supervivencia siempre ha sido el fin ultimo de todo ser vivo, nos hemos dado cuenta que el intercambio de bienes y servicios no es algo que hemos inventado mediante procesos sociales, es un hecho que es parte de la naturaleza de muchos seres vivos.

           
Referencias:

Bshary, R. & Grutter, A. S. Nature 441, 975–978 (2006).

De Waal, F. (2005). How Animals Do Business. Scientific American 292, 72 - 79

Gorzelak, Asay, Pickles & Simard. (2015). Inter-plant communication through mycorrhizal networks. Department of Forest and Conservation Sciences, University of British Columbia, Vancouver, BC, Canada, V6T 1Z4

Hammerstein P, Noe¨ R. 2016 Biological trade and markets. Phil. Trans. R. Soc. B 371: 20150101. http://dx.doi.org/10.1098/rstb.2015.0101

Toomey, D. (2016). Exploring How and Why Trees ‘Talk’ to Each Other. Disponible en URL: http://e360.yale.edu/features/exploring_how_and_why_trees_talk_to_each_other




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