El intercambio y las
especies.
El ser humano posee
habilidades únicas que lo diferencian de otros seres vivos, sin embargo ¿Somos los únicos que interactuamos entre si intercambiando
bienes y servicios para satisfacer nuestras necesidades? Quizás, nuestros
complejos sistemas de intercambio, la creación de la
moneda y la complejidad de nuestros mercados nos lleva a pensar que somos
únicos. La naturaleza parece haber expresado en otras especies ciertas particularidades
y similitudes.
M. De Waal (2005) y la “Economía
evolutiva” explica que la conducta económica humana o mejor conocida como
“Behavioral economics” es una herencia de nuestros antecesores, mostrando en
ellos comportamientos de intercambio asociados a una demanda y oferta de bienes
y servicios, como también la reacción ante acuerdos de intercambios,
negociaciones, actitudes cooperativas y altruistas entre si.
Uno de los estudios recientes
en este campo realizado por el Yerkes National Primate Research Center en
Atlanta trato de enseñar a dos monos capuchinos a jalar una palanca juntos para
obtener una recompensa, la particularidad del experimento era que solo uno de
los monos iba a recibir un premio, luego del primer intento el mono que no fue
premiado comenzó a hacer un berrinche y se negó a colaborar en los siguientes
intentos ya que anticipaba una perdida. Experimentos similares mostraban
también un comportamiento reciproco de parte del simio que recibía el premio,
puesto que este era consiente de que los siguientes intentos iban a ser un
fracaso debido a que su compañero se negaría a cooperar, por lo que compartía
parte del premio si veía que el otro simio tenia intenciones de trabajar en
equipo, esto incentivaba a la cooperación y mostraba reciprocidad.
Ronald Noë and Peter
Hammerstein en el Max Planck Instituto de Comportamiento Psicológico estudiaron
la llamada “teoría de los mercados biológicos” la cual aplica en cualquier
intercambio entre compañeros, los cuales a demás son capaces de decidir con
quien hacer un trato y el valor de los commodities variará dependiendo de la
disponibilidad de los mismos. El estudio se concentro en el mercado de bebes
babuinos y del pez limpiador.
En
el primer caso, cabe resaltar que las hembras babuinas tienen un enorme
instinto maternal y se sienten irresistiblemente atraídas por los infantes de
su especie lo cual hace que demanden cierto tipo de acercamiento, en los
momentos de acicalamiento las madres babuinos permiten que se acerquen a sus crías.
En un estudio realizado en Sudáfrica, Louise Barrett y Peter Henzi encontraron
que las madres babuinas con crías “exóticas” podían extraer un mayor precio,
que vendría siendo un mayor tiempo de acicalamiento a cambio de permitir estar
cerca de sus crías, por contrario madres babuinas con muchos bebes o “crías
comunes” recibirían un menor tiempo de acicalamiento.
En el segundo caso, Redouan
Bshary del instituto Max Planck en Seewiesen realizaron estudios con peces
limpiadores, quienes se alimentan de los parásitos de otros peces. Tienen cada uno y por separado una especie de
centros de limpieza.
La particularidad es que
los “clientes” se dividen entre peces residentes (que comúnmente son especies
con pequeños territorios) los cuales habitan cerca del limpiador y por otro
lado, están los peces nómadas, los cuales habitan en territorios mas extensos o
realizan largos viajes, son especies mucho mas grandes y pueden decidir en que
“estación de servicio” entrar. Curiosamente, esto lleva a los limpiadores a dar
un mejor servicio por lo que dan prioridad a los peces nómadas por sobre a los
residentes, a los cuales a demás evitan de estafar (comiendo parte de su
mucosidad saludable además de los parásitos).
En el estudio encontraron
que los peces limpiadores pueden rechazar clientes locales en caso de que algún
pez nómada llegue, al igual en el caso de atender a peces que potencialmente
sean depredadores.
El reino animal destaca buena parte de conceptos económicos, pues hay una interacción entre especies donde
se persigue un interés común, lo que lleva a la cooperación, o la formulación
de estrategias que de una u otra forma sirva para su subsistencia y éxito como
especie.
¿Es el reino animal la única ejemplificación de
intercambio?
Pues la respuesta es no,
estudios recientes (y no tan recientes de hecho) realizados por Suzanne Simard
lograron determinar que el mundo de las plantas es mucho mas complejo de lo que
pensábamos. En 1997 en la revista Nature publicaron parte del estudio de Simard
en donde lograba comprobar interacciones entre dos tipos de arboles (Abedul
papifero y el Abeto de Douglas) utilizando isotopos de carbono radioactivo,
estas se daban gracias a la relación que forman los arboles con un tipo de
hongo llamado Micorriza, el cual es incapaz de realizar fotosíntesis y para
subsistir se adhiere a las raíces de los arboles. Intercambia nutrientes como
fosforo, nitrógeno y agua los cuales extrae del suelo por los azucares y otras
sustancias producto de la fotosíntesis.
La micorriza forma una red
que interconecta las raíces de los arboles por lo que de esta forma este
“canal” permite el flujo de nutrientes
entre los arboles generando beneficios mutuos, es decir, los arboles
intercambian información y comercian entre si.
En la naturaleza el Abedul
y el Abeto crecen en comunidades cercanas y son una especie de competidores
directos, pero el estudio de Simard mostró que de hecho no solo los arboles de
una misma especie colaboran entre si, arboles de distintas especies
intercambian nutrientes a través de las conexiones formadas por las micorrizas.
Simard señala que son los
factores ecológicos la razón por la cual se da un intercambio entre los
arboles, pese a esto en algunas ocasiones el Abeto podría obtener mas
beneficios y en otros el Abedul papirífero. Experimentos realizados con estos
arboles para comprobar como afectaba la sombra comprobaron que, cuanto mas
sobra tenga en verano el abeto mas exceso de carbono recibirá del Abeto de Douglas,
en otoño el Abedul papirífero pierde sus hojas y el Abeto de Douglas tiene exceso de carbono por la fotosíntesis, la transferencia neta de este
intercambio se revertirá al abedul.
Kevin Beiler en trabajos
posteriores descubrió que los arboles mas grandes y viejos poseen redes mas
complejas y con mayor alcance y vinculación, al contrario de los arboles mas
pequeños. Estudios mas complejos lograron determinar que los arboles mas viejos
o arboles “madre” o “núcleo” logran reconocer el parentesco, favoreciendo el
intercambio con sus pares.
En resumen, los bosques son
intrincadas redes de intercambio, mercados biológicos que han demostrado a
través de mas de 200 millones de años ser una forma de vida compleja, exitosa y
resistente al paso del tiempo.
En conclusión, la ciencia es
una gran puerta al entendimiento de lo que somos y lo que nos rodea, dado que,
la supervivencia siempre ha sido el fin ultimo de todo ser vivo, nos hemos dado
cuenta que el intercambio de bienes y servicios no es algo que hemos inventado
mediante procesos sociales, es un hecho que es parte de la naturaleza de muchos
seres vivos.
Referencias:
Bshary, R. & Grutter, A. S. Nature 441, 975–978 (2006).
De Waal, F. (2005). How
Animals Do Business. Scientific American 292, 72 - 79
Gorzelak, Asay, Pickles
& Simard. (2015). Inter-plant communication through mycorrhizal networks. Department of
Forest and Conservation Sciences, University of British Columbia, Vancouver,
BC, Canada, V6T 1Z4
Hammerstein P, Noe¨ R. 2016 Biological trade and
markets. Phil. Trans. R. Soc. B 371: 20150101. http://dx.doi.org/10.1098/rstb.2015.0101
Toomey, D. (2016). Exploring
How and Why Trees ‘Talk’ to Each Other. Disponible en URL: http://e360.yale.edu/features/exploring_how_and_why_trees_talk_to_each_other
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